NUEVA FIGURA
por Livia Corona Benjamin
Martes a domingo 10 a 18 h
Entrada libre
El Nigromante 79, Centro Histórico, Morelia, Michoacán, México
En el contexto de la XIV Bienal Femsa, Inestimable Azar, Livia Corona Benjamin presenta un conjunto de cinco obras que son parte de una nueva exploración sobre paisajes costeros y rurales marcados por la industria agrícola y acuícola del noroeste de Baja California, su región de origen. Continua así su investigación sobre el uso de la arquitectura rural y su interés por la aparente ausencia de un legado visual artesanal emblemático a esta zona del país. Su proyecto involucra desechos que la artista recupera de concheros clandestinos —producto de las exportadoras de bivalvos y crustáceos— y de las cajas de rechazos de una empresa local de polímeros agroindustriales. A partir del trabajo en su estudio en Ensenada, Corona Benjamin fragmenta, reacomoda y resignifica estos elementos por medio de laboriosos procesos de producción.
Los diferentes métodos de las obras (un collage, una instalación, un mural y dos pinturas monocromáticas) y sus respectivos despliegues de escala tanto íntimos como expansivos, sintetizan la disonancia entre el trabajo manual y el industrial. Así mismo estos métodos visibilizan la particularidad del entorno que engendra estos materiales, del cual la
artista parte para su investigación.
Para componer el mural que abarca una pared de la sala, Invernadero, Corona Benjamin seleccionó desechos de plastas expulsadas por una maquina que produce película plástica cuyos colores y densidades sirven para funciones especificas en la cadena de producción agrícola; entre estas el recubrimiento de estructuras agroindustriales, acolchado plástico para tierras de sembradío y
fomento de polinización de los cultivos. De un mar de desechos de polímeros, Corona Benjamin elige deliberadamente aquellos que ponen en evidencia como la máquina es capaz de reproducir, involuntariamente, la esencia misma de la expresión en la pintura occidental, convirtiéndola en algo mecánico y rutinario. Aquí la artista se pregunta, ¿si mecanismos industriales de Occidente reemplazan la mano de obra el campesino mexicano con su tecnología, se podría reemplazar el individualismo pictórico de Occidente con una máquina de polímeros agroindustriales?
En otra pieza, Fresas, que flanquea la puerta de entrada a la sala de exhibición, Corona Benjamin ha seleccionado varios elementos de un polímero utilizado para hacer cestas de plástico particulares al transporte de dichos frutos. Ahora derretidos y sin forma, la artista los sitúa como una serie de repisas —evocando una decoración rococó —que sostienen fresas, con el propósito de visualizar fuerzas y rutas de comercio, que atraviesan siglos y continentes y logran domesticar ciertas plantas, entre otros frutos inicialmente categorizados como exóticos, exclusivos y salvajes.
La industria de la acuicultura es explorada mediante dos ensambles, Izquierda y Derecha, en los que se hace alusión a otra variación de la pintura de la segunda mitad del siglo XX: la superficie monocromática. Aunque el monocromo en la historia de la pintura tiende a ser autorreferencial y por lo general no remite a algo concreto, las obras de Corona Benjamin expresan un riguroso trabajo manual que remite a una labor, generalmente invisibilizada, de remover el molusco de la concha para su venta y consumo.
La pieza Territorio, consiste de una lona con colores que evoca un amanecer costero. A esta se adhieren figuras compuestas por pigmentos y enconchados, demarcadas por los cromas de la concha en diversos estados de desmoronamiento, el cual es provocado o acelerado por la artista, algunos de ellos hasta transformarlos en arena. Estos materiales han sido separados cromáticamente a partir de su afectación solar y así Corona Benjamin los utiliza para lograr una serie de superficies monocromáticas con distintas tonalidades en púrpura y coral. Coherente con su interés en las posibilidades del medio fotográfico, en esta pieza la artista explora los efectos de distintos tipos de iluminación, donde los rayos ultravioleta reemplazan la luz del cuarto oscuro, en este caso demarcando situaciones donde el sol y el paso del tiempo sobre las conchas va alternando la gradación de las mismas. En este trabajo también considera el uso de los desconchaderos arqueológicos —antiguos vertederos y depósitos de materiales orgánicos marinos. En ocasiones estos depósitos son la única forma de evidenciar yacimientos históricos en regiones que carecen de importantes ruinas o estructuras arquitectónicas antiguas. A través del paralelo que establece la artista entre desconchaderos arqueológicos y desconchaderos contemporáneos se exploran las implicaciones e impacto de esta huella sobre el paisaje. "
